sábado, 24 de agosto de 2019

Aún los Cadáveres emanan Emociones

Sabías que cuando llegan los cadáveres a la necropsia llegan con la ropa con la que fallecieron y es trabajo del perito desvestirle para iniciar la necropsia.

Muchas veces llegan los difuntos con las expresiones faciales que tuvieron en el último momento (miedo, tranquilidad, enojo, tristeza) incluso a veces hasta con lágrimas.

Los médicos legistas nos dan una explicación científica como lo exige su trabajo, pero por experiencias personales he tenido que combinar entre lo científico y mis creencias.

Tal es un caso donde bajo investigaciones se pudo dar con una fosa de un profesor que había sido secuestrado, asesinado y sepultado hace 3 semanas en un paraje lejano.

Cuando lo exhumaron se encontraba aun con el uniforme de su escuela y estaba en una posición fetal y su rostro reflejaba una profunda tristeza.

Pues el trabajo de desvestirle sin cortar la ropa (se conserva la ropa integra para analizarla) fue prácticamente imposible para los peritos dada la rigidez cadavérica.

Fue cuando el médico legista llegó y dijo les voy a decir como es la manera correcta…

¡Todos pensamos que nos iba a dar una solución técnica, científica, médica o profesional, pero ohhhhh sorpresa!

Empezó a hablarle al cadáver mientras empezaba a desvestirle:
“Ya estás aquí amigo”
“Tu familia ya te encontró”
“Ya no vas a estar allá sólito”
“Lo único que quieren es velarte para que estés en paz”
“Mira que nunca dejaron de buscarte”
“Ayúdame para que terminemos rápido y te vayas con tu familia”

Pues mientras hacía eso más se nos erizaron los pelos cuando vimos que el cadáver que llevaba 3 semanas sepultado empezó a aflojarse a modo que desvestirle fue muy fácil.

Y dejarlo en una posición como si estuviera acostado boca arriba y su rostro cambio, se veía tranquilo.

Este tipo lo usan los buenos médicos que a pesar de convivir diario con la muerte no han perdido la sensibilidad de saber que ante ellos esta una persona que es padre, hijo, esposo y que deben de tratarse con respeto y dignidad.

(Autor: desconocido)