Cuando Dios creó a los papás, empezó dibujando una silueta más bien robusta y alta…
Un ángel que sobrevolaba por allí vio el folio y se detuvo lleno de curiosidad. Dios se dio la vuelta y el ángel, “descubierto”, enrojeciendo le preguntó:
– ¿Qué estás dibujando?
– Este es un gran proyecto, respondió Dios.
– ¿Qué nombre le has dado?, preguntó el ángel.
– Le he llamado “papá”, respondió Dios mientras seguía dibujando el boceto del papá en el folio….
– P – A – P – Á… pronunció el ángel.
– ¿Y para qué sirve un papá?
– Un papá interviene para ayudar a sus hijos. Sabrá animarles en los momentos difíciles. Sabrá mimarlos cuando se sienten tristes. Jugará con ellos cuando vuelva del trabajo. Sabrá educarlos enseñando lo que está bien y lo que no.
Dios trabajó toda la noche dando al padre una voz firme y con autoridad, y dibujó poco a poco cada uno de sus rasgos. El ángel, que se había dormido junto a Dios, se despertó sobresaltado y se volteó, dándose cuenta de que Dios aún estaba dibujando.
– ¿Aún estás trabajando en el proyecto del papá? Preguntó, curioso.
– Sí, respondió Dios con voz dulce y tranquila, requiere tiempo.
El ángel espió a hurtadillas el folio y dijo:
– ¿Pero no te parece demasiado grande este papá, cuando a los niños los hiciste tan pequeños?
– ¿Pero no te parece demasiado grande este papá, cuando a los niños los hiciste tan pequeños?
Dios, esbozando una sonrisa, respondió:
– Es lo suficientemente grande para hacerles sentir protegidos, pero también para inspirarles un poco de temor, para que no se aprovechen demasiado y le escuchen cuando les enseñe a ser honrados y respetuosos.
El ángel siguió preguntando:
– ¿No son demasiado grandes esas manos?
– No, respondió Dios prosiguiendo su dibujo, son lo suficientemente grandes para poderlos tomar en brazos y hacerles sentir seguros.
– ¿Y esos son sus ojos? Preguntó el ángel, indicándole el dibujo.
– Exacto, respondió Dios. Ojos que ven y se dan cuenta de todo aunque permanecen tranquilos y tolerantes.
El ángel arrugó la nariz y añadió:
– ¿No te parecen un poco demasiado severos?
– Míralos mejor, respondió Dios.
Entonces el angelito se dio cuenta de que los ojos del papá estaban velados por las lágrimas mientras miraban con orgullo y ternura a su hijito…
(Autor: desconocido)